Emisiones de CO2 en 2019
La transición energética se apunta otro tanto: las emisiones caen al mínimo histórico

El año 2019 será recordado como un hito en la lucha contra el cambio climático en España. Los últimos doce meses han sido testigos de diversos avances que demuestran de manera inequívoca que nuestro país camina con determinación en el proceso de transición energética. Uno de los ejemplos más destacados ha sido el notable descenso que han experimentado las emisiones de CO2 asociadas a la generación eléctrica. Hoy, coincidiendo con la celebración del Día Mundial por la reducción de estas emisiones, ponemos el foco en las principales magnitudes que evidencian esta evolución.

49,6 millones de toneladas de dióxido de carbono. Esta cifra, que a priori y de manera aislada podría parecernos anodina, es en realidad el mínimo histórico desde que se tienen registros (2007) y ha convertido al 2019 en un año récord en la lucha por la reducción de estas emisiones derivadas de la producción de electricidad. La comparativa con los años que le preceden es alentadora: un descenso del 23% con respecto a 2018 y casi un 55% por debajo de las emisiones contabilizadas en 2007.

 

 

Este declive de las emisiones no es baladí en nuestro contexto nacional. Según el último Inventario Nacional De Emisiones a la Atmósfera (con datos a cierre de 2018), el sector eléctrico es el responsable directo de casi una quinta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero en España, en concreto del 17,8%. Solo hay dos sectores que le superan: el transporte (27%) y la industria (19,9%).

 

¿Por qué bajan las emisiones?

Para conocer la respuesta a esta pregunta hay que detenerse en la evolución del mix de generación eléctrica en el último año. 2019 se saldó con varios acontecimientos que explican este descenso. Por un lado, el 59,6% de la generación tuvo lugar a partir de tecnologías que no emiten CO2 a la atmósfera (todas las renovables, la turbinación bombeo y la nuclear).

Además, el carbón tuvo una participación especialmente tímida en la estructura de la generación, la más baja desde que Red Eléctrica tiene registros: no superó el 5%. De hecho, en el mes de diciembre se produjo un evento inédito en la historia del sistema eléctrico peninsular: el llamado ‘cero’ en carbón o, lo que es lo mismo, un día entero sin generar ni un solo MWh con este combustible fósil. Esto sucedió el 14 de diciembre y se repitió cuatro días más (21, 22, 24 y 25) durante ese mes. Así, el parque generador del país ha demostrado con creces que la descarbonización es imparable.

No obstante, aunque el carbón es la fuente de energía más contaminante – emite casi una tonelada de CO2 por cada MWh generado- no hay que perder de vista que otras tecnologías emisoras de este gas siguen teniendo un protagonismo destacado en la producción de electricidad en nuestro país. Es el caso del ciclo combinado que este año pasado ha ocupado el segundo lugar del podio (21,2%) tras la nuclear (21,4%) seguida de cerca por la eólica (20,8%). Comparados con el carbón, los ciclos emiten la mitad de CO2 por cada MWh, pero son la tercera fuente más contaminante, por detrás del fuel-gas. Sin embargo, la participación del fuel gas en el mix de generación nacional es muy baja (2,2% del total de producción en el 2019) debido a que solo está presente en los sistemas no peninsulares.

 

Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero es una de las metas primordiales del European Green Deal. La nueva Comisión liderada por Ursula von der Leyen presentó el pasado mes de diciembre su propuesta para que la región alcance la neutralidad en carbono en 2050. Conseguirlo significa que se emite la misma cantidad de dióxido de carbono a la atmósfera que la que se compensa o absorbe por distintas vías, obteniendo así la llamada huella cero de carbono. Por su parte, el gobierno de España sigue los pasos de la Unión Europea. El recientemente actualizado borrador del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) establece que, de aquí a 2030, las emisiones de gases de efecto invernadero deben reducirse un 23% respecto a los niveles de 1990. El camino está trazado pero requiere del esfuerzo de todos para lograrlo.

El dióxido de carbono o CO2 es uno de los principales gases de efecto invernadero junto con el óxido nitroso (N2O) y el metano (CH4). Es un gas imprescindible para la vida en el planeta, pero con la llegada y auge de la Revolución Industrial su concentración en la atmósfera empezó a dispararse y la tendencia no se ha detenido desde entonces. Hace ya 200 años, al inicio del proceso de industrialización, la atmósfera contabilizaba aproximadamente 250 partes de dióxido de carbono por millón (ppm). En 2019, se registró la cifra récord de 415,39 ppm. A finales de los años 90, el Protocolo de Kioto ya manifestó la necesidad de luchar contra esta situación pero las cifras actuales nos exigen actuar con urgencia.