Principalmente, ha sido en el transcurso del último año cuando esta tecnología ha ido reduciendo su presencia hasta su mínima expresión, de forma paralela al avance de la transición energética. Los retos de descarbonización marcados por la Unión Europea con el fin de reducir las emisiones de CO2 han hecho que la generación con carbón, más contaminante que otras tecnologías, ya no sea tan atractiva como, por ejemplo, las renovables, responsables de más de la mitad de la producción de mayo (52,4%).
Y es que, las tecnologías verdes conllevan menores costes al no necesitar más combustible que la fuerza del viento, el agua acumulada con las lluvias o los rayos del sol. Además de impulsar la entrada en funcionamiento de nueva potencia de origen renovable en el sistema eléctrico nacional, la aplicación de la directiva de la Comisión Europea sobre grandes instalaciones de combustión (Large Combustion Plants Directive), requiere de la realización de inversiones en equipos de purificación de gases contaminantes.
Una situación económica que se agrava con la subida de los precios resultantes de las subastas de derechos de emisión de CO2, que se han cuadriplicado desde 2013, año que cerró con una media de 4,38 euros/tCO2 mientras que en los cinco primeros meses del 2020 la media se sitúa en los 21,69 eros/tCO2.